lunes, 25 de noviembre de 2013

El cuchillo en el agua

No tengo razones para odiar
cada hueco de tu piel
que no mira las
causas de mi enfermedad.
Tengo en cambio todas las de perder
cuando tu eco se desdoble
y empiecen a reaccionar mis lacrimales.
Siempre fui paredes de metal
y guerras frías.
Paredes de metal y nostalgia.
Y fuego.

Las calles se abren a mi retirada
justo cuando las luces de los bares
rechinan en el paladar,
confundiendo el tímido rastro
del camino de vuelta a casa.
Soles de farolas y menús del día muertos.
Atropellados sobre el asfalto.

¿Quién habló del camino del exceso?
¿Quién tomó la salida equivocada?

Lo único que te pido es
que no vuelvas nunca
a dejarme hablar.

Tengo tantas ganas de colgar las llaves
como de decir mi nombre.

Tengo tantas ganas de cerrar la puerta
como de abrir tu nombre.

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